Sean bienvenidos a mi blog, en el que propongo, justamente, ese desborde. Que los silencios no callen más ni para sí mismos y con o sin aviso estallen en palabras que digan, que tengan un "detrás", que aporten, que muestren. Hasta el silencio más silencioso que puede haber, como el que no solo se escucha, sino que martillea nuestra cabeza, tras la pérdida de un ser amado, no querrá, ¡no lo hará nunca más! eso de limitarse a los márgenes del auto-encierro, del fingimiento (mucho menos), de ese ronroneo mental recursivo. Ese silencio, cada silencio, se revelarán. Y se reBelarán. Y no habrá nada, nadie que los detenga.
El amor, el desamor, la pena, la desilusión, el miedo, el no enfrentarse o sí enfrentarse a uno mismo, la conciencia de formar parte de un todo con los otros, integrantes, indudablemente, de una naturaleza inmensa que siempre está al alcance de quien sepa hallarla, verla, abrazarla, incorporarla.
Los silencios también hablarán sobre ello. O callarán diciendo, lo que es casi lo mismo.
