Me preguntan si amo la vida.
Respondo que sí,
aunque, a veces,
no tanto;
esos días en que no tanto,
sucede que el árbol
que siempre, siempre
me inspira
sigue de largo,
como cuando se viaja en tren
y se ven pasar, fugazmente,
sin poder detener la vista en ellos,
tantos árboles,
casas, postes de luz, personas;
del mismo modo,
me detengo a contemplar, en ocasiones,
cómo transcurre mi vida;
¡una suerte, estar alerta!
entonces, enseguida vuelvo a interesarme
en los procesos del árbol,
me interno, me enredo
en su magnificencia
tan cambiante,
sus distintos tonos, movimientos, formas,
¡tremenda expresión natural!
me transporto
a su enraizado destino:
la tierra
sobre la que se despoja,
reverdece, florece,
da sus frutos
y vuelve a despojarse.
Así,
la vida;
no siempre, esas hojas de colores
para repartir,
para arrojar a su vuelo,
aquí, allá,
hojas que son letras, decires,
silencios,
rebeldes, reveladores;
suele ocurrir que uno se sienta despojado,
despoblado de ideas, de proyectos,
de sueños;
al tomar conciencia de ello,
surge el temor, la angustia,
todo por no comprender
que si bien existen periodos en que no se florece,
no se fructifica,
mañana, quizás, podría ocurrir,
ya que cada proceso lleva su tiempo.
-Asumir las distintas etapas
sería una cuestión a resolver-;
la vida, desde esa perspectiva,
siempre valdría la pena
y la dicha;
así, no se tratara del mejor día para el decir,
para el pensar, para el hacer,
para el ser,
podría ser el mejor día
para recuperar fuerzas,
para renovar las ganas,
para confiar
en que regresará
¡claro que lo hará,
una, otra vez!
cada particular primavera,
frescos, renovados brotes de imaginación,
en la cabeza, en el alma
para arrojarlos al papel,
a la pantalla,
donde sea,
según el oficio,
la misión
de los que se trate;
llegará, luego, el ansiado fruto,
asomará a la luz,
renacerá en la mirada aquel brillo
o un brillo diferente, mucho más intenso;
ese ímpetu
por impregnarse
de esta vida,
la única
de la que se tiene absoluta certeza.
Entiendo que no depende
ni de situaciones resueltas,
no resueltas,
tampoco, de otros;
tiene que ver con la aceptación,
de los buenos, malos, momentos,
del sol, más, menos, intenso,
también, de las más devastadoras
tempestades.