viernes, julio 05, 2019

Esta es la hora

Esta es la hora tétrica,
la hora que no dice nada,
la hora de los que no dicen nada;

es la hora del silencio,
del ruido de fondo;
la hora en que todos parecen saber
cómo seguir;

la hora en que algunos no pueden saberlo,
no sé, no hallan el objeto.

Esta es la hora de aquellos encuentros,

que hoy son pasado
que serán pasado de un pasado,
como lo fueron antes,
como siempre lo fueron;

tal vez, nada de eso sucedió,
tal vez, se ideó,
se idealizó todo;

quizás, todo esté en la mente,
ávida, en algunos casos,
de fantasías,

siempre creando,
hasta apostando
a enamoramientos, tantas veces, fabulados;

aunque no se sienta nada
que brote, que estalle
desde  adentro,

más que dolor,
rabia, desengaño,

negación a todo,
a la vida,

¡esta es la hora del desaliento!

ni rebeldías, ni ideas, ni proyectos,
ni musas, ni pasiones ficticias.

Es la hora en que algunos nos sentimos nada,
mucho más pequeños que un pequeño insecto;

la hora temible,
en que se ve todo y no se puede,
no se desea ver;

la hora de la soledad,
en que se toma conciencia
de su compañía.

Es la hora de los que son, somos considerados perdedores,

de los que aman,
de los que no son amados;

de los que esperan, en vano,
de los que siempre están en esa fila interminable,

de los que siempre, ¡siempre!
tienen el último de los números;

es la hora del artista pobre,
resignado a su anonimato,

también de aquel que pese a lo que sea,
continúa, resiste,

pues, es presencia, es voz,
para quienes lo lean,
lo escuchen;

es, claro, la hora de no encontrar,
de no querer encontrar,

-en ocasiones, la hora de hallar
lo que se creyó perdido-.

Es la hora
del cierre, del fin, del abandono,

de desestimar todo intento

o bien, de continuar,
de pararnos de nuevo,
de afirmarnos;

de arrojar, sin miedo,
el lazo a aquellos sueños,
antes de que escapen,

en fin,
renovar el pacto tácito.

Cristina Del Gaudio

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