Tanto preocuparse
y preocuparse,
cuando se tiene un problema "real"
todo aquello,
todo cuanto nos inquietó,
en general,
en vano,
pasa a segundo lugar,
casi parece una broma,
una estupidez;
aquella búsqueda, innecesaria,
dañina,
de dificultades
apresurada,
imparable
que no condujo a nada,
pues lo que tanto se temió
nunca ocurrió;
mientras tanto, la mente,
el cuerpo se inquietan
y nos disparan
avisos, señales
de que puede ser peor,
de que puede surgir en cualquier momento
y ahí entendemos
lo que es, en verdad, importante;
pero así somos,
vivimos pensando en un mañana,
en miles de situaciones que podrían suceder,
mientras no resolvemos
nuestras cuestiones actuales,
mientras ignoramos
lo que grita a viva voz
nuestro ser interior,
nuestro ser exterior;
lástima
que a veces, sea tarde,
y ya no haya manera de reparar
el daño que nos hemos hecho,
distrayéndonos en banalidades,
en posibles derrotas,
en posibles pérdidas,
en posibles situaciones catastróficas;
lástima
que llegue un dolor
que sea tangible,
una enfermedad
del alma, del cuerpo,
como refutación
a todos aquellas situaciones imaginarias
que tanto nos perturbaron,
nos quitaron el hambre, el sueño,
las ganas;
hasta llegamos al punto de pensar, ¡tantas veces!
en dejarlo todo,
en abandonarnos a la nada,
a nuestra nada!
solo si se presenta algo
preocupante, en verdad,
reaccionamos,
la vida vuelve a cobrar sentido,
la mirada, en la naturaleza, en el cielo,
festejamos un día más y los muchos que vendrán,
solo
si enfocamos en lo que hoy importa,
en nosotros,
en alejarnos de todo pensamiento
aniquilador,
que podría desembocar
en un hecho
inexorable.