Es posible
que logren
capturarme
-por un rato-,
con algunos de sus sueños,
así, no sean los míos,
ni se asemejen;
es posible
que confíe, en parte, en sus palabras,
antes bien, en SU palabra;
que espere
cuando dicen que debo esperar,
que cada día despierte
con la ilusión
de que ese día, esa mañana,
esa tarde, esa noche...
no crean
que me convencieron de nada,
¡no, de ningún modo!
puedo aceptar,
puedo esperar,
puedo tratar de entender,
puedo imaginar, hacer posible
que ciertas ideas, posiciones,
aun, idealizaciones,
coincidan,
en algún aspecto,
con las mías;
pero no desertaré,
no renunciaré, jamás
a mi propio pensar, sentir,
manifestarlo;
no permitiré
que el oleaje extinga mi huella,
que ni siquiera se intente
enmudecer mi verbo;
jamás podrán
con mi libertad de imaginar,
experimentar, decir,
ser
a través de mis letras,
aliadas, inseparables,
compañeras de camino,
fieles traductoras
de mi modo de ver,
de mis propios sueños,
de mi manera de contarlos,
de hacer visible
lo que a veces, pasa desapercibido;
de mis encendidas protestas,
mis fervorosas exaltaciones,
mi modo particular
de hablar -o escribir- sobre el amor,
vivido, inventado,
posible, imposible;
Y de primaveras,
próximas, lejanas,
de inviernos, arduos,
que invitan a reflexionar,
de árboles, de viento, de lluvia, de niebla,
de soles motivadores,
de pájaros,
parturientos de nuevos despertares,
inexploradas oportunidades
para expresarse, libremente,
para pelear,
para conciliar, para aprender,
para crear;
para cambiar
lo que hace falta cambiar.
No dejaré,
de ningún modo
que nada, en absoluto,
ahogue ese fuego
que bien valió,
vale el esfuerzo
de mantenerlo vivo.