Los dedos corren,
imparables;
corren y corren,
se agitan,
apenas, pueden esperar
a la pantalla en blanco
que los recibe,
ávida, siempre,
de nuevos, alentadores, decires;
casi no dejan
que termine mi café;
ellos tienen mucho
que hacer,
demasiado por transmitir;
¡tantas cosas que la urgencia
de esa naturaleza que asoma
al nuevo día
les aporta!;
apenas, rozan el teclado,
vuelan, presurosos, entre letras,
vuelan para no olvidarse,
para comunicar todo aquello,
todo lo que esa verborragia tempranera
les impone;
aquel es su instrumento,
las palabras, el medio,
mi pensar, mi voz,
escritos;
saben o pretenden decir
hasta lo que callo;
conocen mis inquietudes,
mis cuestionamientos, mis preocupaciones,
¡saben de mi amor
a los árboles, en todos sus aspectos!,
por aquí, reducidos a manchones verdes,
algunos, con incipientes flores
que las tantas moles pétreas
oprimen
y aun así
nada detiene su ímpetu,
su majestuosa ofrenda,
la que pocos aprecian,
la que muchos,
-inclinadas, sus cabezas
por demasiadas preocupaciones-
ignoran.
¡Como si este novísimo anticipo de primavera
retornara
en un futuro, de igual modo!
¡no!
nada podrá reemplazar
a este exclusivo rebrote,
obsequio esperado e inesperado
de la naturaleza
que pese a todo,
pese a la desidia,
al olvido;
incluso, a esa lamentable e inexplicable insistencia
en su deterioro,
en su extinción,
surge
tantas veces, de la nada,
en cualquier rincón,
recoveco,
alcantarilla,
a través de una hendija,
de una baldosa suelta,
donde sea.
El esplendor vital se impone,
el hombre,
el regreso necesario a su hábitat,
despojado,
desnudo, las manos vacías,
la cara al sol, al viento;
si realmente lo consigue,
si logra apartarse, siquiera, un instante,
de todo aquello que lo contamina:
ciertas personas, tecnología, ideas impuestas,
manipulaciones esclavizantes,
-en ocasiones, imperceptibles-,
si se aparta de todo aquello
que atenta contra sus imprevistos impulsos,
que pretende ahogar sus más ansiados sueños,
ese anhelo, ferviente, de vivir,
de ser
también logrará imponerse,
sea cual sea el contexto,
sean cuales sean las opresiones;
entonces, será rebrote, será rey, será dueño de sí mismo,
será instinto, será pasión,
será retorno a su estado puro.
¡será, al fin, fiel exponente del vivir,
del sentir, del dar,
ardiente, feroz defensor
de su libertad!