miércoles, octubre 02, 2019

La vuelta

¿Saben ellos?

yo lo sé,

cómo duele el desdén,
el desamor

y cómo, en qué medida

se percibe
el aroma, anticipado, del olvido

que llegará

antes, más tarde,

indistintamente.

Pensar
que uno
llega a creer, a ilusionarse
en tal medida,

a depositar en otro, en otros,

todo y más que todo
de sí,

sin darse cuenta
que llegó el olvido,
el peor de todos:

el auto-olvido.

Hay regreso,
siempre lo hay,

a pesar de que cueste hallar los motivos,
reencontrarse, reconciliarse
con esos detalles
que nos particularizan,

que hacen que seamos estos,
así, como somos,

y no otros,

no diferentes.

Cuesta

que esos otros
acepten,
comprendan

ese inesperado
o no,
retorno.

No hay bombos ni platillos,
no hay ovaciones,
no, ningún festejo,

nada,

en ocasiones,
pasa desapercibido.

Solo y nada menos
que nosotros

lo vivimos,
lo disfrutamos,

nos enorgullecemos,

nos decimos:
¡lo logramos!

la vuelta, al fin, a esa casa,
que no es de ladrillo, ni de piedra, ni de madera,

¡nuestra casa interior!

los tan familiares pliegues,
aquellas lágrimas,
las risas, los besos,

integrados
al viejo sillón;

la antigua lámpara,
los polvorientos libros,

la taza de café;

los sueños
-que ya no esperábamos
recuperar-

adheridos con firmeza
a nuestros pensamientos, deseos,
propósitos

aunque, en principio,
casi no los reconozcamos,

entendemos o intentamos entender
que el tiempo pasó

y existen ciertas cuestiones,
-sueños incluidos-,

que no son

ni serán

las mismas.


Cristina Del Gaudio

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