lunes, enero 06, 2020

Cartas jamás escritas

Incienso y mirra

para que todavía
tus sueños se sostengan,
así sea, con hilos muy débiles;

para que en medio
de esa guerra despiadada

puedas hallar tu muñeca,
la única,
tu juguete, tu consuelo;

incienso y mirra

esta vez, antes, tampoco antes
pasaron por ahí,

será la próxima,
será la próxima.

Incienso y mirra

del cielo cayeron
otra vez,

aunque más sofisticados;

el miedo, el recuerdo del miedo,
la reconstrucción del miedo,

los "regalos".

En tanto,

en el otro mundo,
una niña muy rubia
rodeada de afectos, de cuidados,
de objetos

ríe, se alegra,
mientras desenvuelve montones de obsequios,

alguien la filma

y el video se expande
por el mundo entero,

bueno, el mundo que ella conoce,

-en fin, el mundo-.

Y esa familia a la que nada parece faltarle
-salvo empatía, compasión, consideración
consciencia y otras "cositas"-

recibe mucho dinero,
¡muchísimo!

por esa estúpida grabación
de esa niña muy rubia
desenvolviendo sus tantos paquetes;

niña, padres,
que nada saben,
ni quieren, ni querrán saber

acerca de la vida
de otros niños,
de otros sitios,

de tantas miserias,
de tantas carencias,
de tantas cartas
jamás escritas,

destinadas a unos supuestos reyes

que para tantos niños

nunca pero nunca

existieron.




Cristina Del Gaudio

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