Tengo conciencia
de que el pasado
con lo malo,
con lo pésimo,
con lo regular,
con lo bueno,
con lo muy bueno
pasó
y no hay retorno.
Sé bien
que aunque lo hubiera
ninguno de nosotros
sería quien fue;
quizás, similar,
con la influencia de todo lo vivido,
los retos, las preocupaciones,
las relaciones, los cambios de hábitos
e invariablemente, de actitudes;
tal vez, otros sueños
o los mismos, renovados
o reorientados
o ninguno.
Y aunque sé,
perfectamente
que no sirve de mucho
trasladar lo ya vivido al momento presente,
que hay que soltar,
pese a que detesto esa palabra,
-creo que ya lo dije antes-,
algo de todo aquello
o mucho más que algo
vuelve,
por ciertas fechas,
otros detalles,
alguno que otro indicio
que reenvía
a determinado fragmento
de nuestra pequeña historia,
nuestra historia
que a pocos importa
y a nosotros, tanto.
En definitiva,
ese paquete añejo
fue o es parte importante
de nuestro ahora;
esas personas, esas vivencias,
esos intercambios de todo tipo,
esas imágenes, esos conflictos,
esas dificultades,
esas vallas por superar
esos poder
y no poder,
todo fue y es integrante indiscutible
de esto que somos
o creemos o deseamos ser;
así, cada día
crezcamos, tratemos de hacerlo,
de aprender algo más,
en ciertos casos, de re-aprender,
los días, cada día,
con sus miedos nuevos
-o viejos, todavía no superados-,
con sus proyectos nuevos,
quizás, encaminados
o a punto de..
con sus alegrías,
sus sorpresas, sus decepciones,
amores, desamores,
en soledad,
en compañía,
con las expectativas intactas,
con las esperanzas debilitadas,
sea cual sea
el modo en que se den,
seguirán transcurriendo,
inexorablemente.