Puedo esforzarme
y recrear,
dar forma,
colocar bellas,
precisas palabras, frases,
imprimirles exquisitos recursos líricos
a todas esas fotografías
que tan grabadas
quedaron en la memoria,
en tantas vigilias,
en los sueños,
en el andar cotidiano,
en cada acto,
en cada persona, árbol,
objeto
que observo,
que percibo,
y todo, claro,
tiene parte de aquello
y no lo tiene,
a la vez.
No es fácil,
-ni las ganas acompañan-
retomar
donde habíamos dejado.
Entiendo
tu lejanía
que, al parecer,
será eterna,
al menos,
en forma física.
Entiendo
que no sepas qué decir
ahora,
tampoco
sé qué te diría;
luego de lo tanto conversado,
discutido,
intercambiado,
lo tanto llorado, lamentado,
¡sentido!
de todo lo prometido,
enseguida, olvidado
o instalado, a conciencia,
en el sitio ¿seguro?
en que el olvido reposa
a salvo...¿?
a salvo
de nuevas experiencias,
de nuevas ilusiones,
¿para qué?
¿por qué?
¿cuál sería el sentido?
obvio que está bien vivir el hoy
si es lo que se siente,
si es lo que se elige.
Por mi parte,
siempre rescato
algo del supuesto olvido,
nunca olvido,
exactamente,
el sitio donde quedaron
aquellos instantes
provenientes de hábitats,
de épocas
tan diferentes.
Sin embargo,
no alcanzan,
nada de eso es suficiente
ni para este escrito,
menos, para el que vendrá.
Se extinguió.
-¡Tanto hemos hecho y dicho
que lo logramos!-
todo,
irremediablemente aniquilado.
aun, la más mínima perturbación
al pensarnos, ilusoriamente,
por un segundo
en palabras, en presencia,
aquí mismo,
donde sea;
se acabó
y resulta casi imposible,
luego de tanto herirnos,
luego de tanto padecimiento,
luego de una lenta recuperación
y el consiguiente, -¡al fin!-
regreso a la vida misma,
a uno mismo,
resulta, digo, casi imposible
o del todo
el más mínimo intento
de lo que fuera.