Ni esto de seguir fingiendo,
dibujándome risas
de ficción;
cero voluntad de formular preguntas
pues no me importa
conocer las respuestas;
ni la curiosidad,
ni ese ansia de saber,
de conocer, de aprender,
ni el menor interés
en lo que me cuentan
referido a lo que fuera;
ni hacer lo que hago,
¡ni escribir, siquiera!
nada
nada enciende
en mí,
el menor interés
cuando todo fue inútil,
cuando dejé mi corazón
abierto, dispuesto, ávido
a merced
de un ser hostil,
despiadado,
¡gélido espécimen!
exento de sentimiento alguno,
salvo hacia su persona,
-o su ego-;
no sirven frases,
menos, de consuelo,
ni obsequios,
ni abrazos;
mi cuerpo, mi espíritu,
tiesos,
parece que latieran
pero no;
no puedo, no deseo sentir,
no puedo vibrar,
no tengo, no deseo emociones;
me da igual si salió
o no el sol,
si ese pájaro
que tanto seguía con la vista
sigue acercándose
a mi ventana;
no hay aves, no hay árboles,
no hay calor, ni frío,
no hay lluvia,
no hay viento,
no hay personas,
solo imágenes informes que desfilan,
van, vienen
y no me detengo
en ninguna mirada,
no más.
Puse mi amor,
lo puse por entero
en el sitio equivocado;
creí poder reparar,
poder reencauzarlo,
poder...
no fue suficiente,
nunca lo fue.
"Ya no es mágico
el mundo/te han dejado",
("1964", Jorge Luis Borges).