Es cierto:
la vida
volvió a ser vida
con todas sus implicancias;
apenas,
duró
cuatro, cinco días;
¿importa el tiempo,
importa la brevedad
si uno sintió
la caricia de las estrellas,
se sintió libre,
a salvo,
a salvo de sus miedos;
se sintió fuerte,
poderoso, -no en el peor sentido-;
se sintió
escuchado,
leído,
soñado?
por eso,
fue un soplo,
un susurro al oído
un roce lejano en los labios;
lo necesitaba,
mi cuerpo,
mi cabeza,
el alma
lo requerían;
mi opacidad
de los últimos meses.
El sol brilló
exclusivamente para mí,
así,
todo haya sido una ilusión,
una mentira,
un fraude;
pese a que no fuera
lo que esperaba,
en lo que creí,
o deseé creer;
en medio del caos,
de la confusión,
de los tantos rollos cotidianos,
de ciertos retos insalvables
la esperanza
pareció regresar
como un regalo especial
que me hubiera llegado,
como un bien
que quizás, hasta creí merecer;
se terminó,
¡se terminó!
pero yo sigo,
ya tomé el impulso,
ahora
nadie me para,
nadie, en absoluto,
me para.