Hay una endeble
esperanza,
como sucede con esos sueños
que parece que se recordaran
pero no.
De todos modos,
despiertan.
Es una esperanza
que alimenta, impulsa al reinicio,
a la re-adaptación,
al cambio irreversible.
¿por qué resistirse?
los cambios
no siempre son para mal.
Sacudidos
por la incertidumbre,
aunque cada vez menos,
¿somos los mismos?
somos nuevos,
somos humanos,
más humanos, más conscientes,
más pensantes,
más atentos.
Algunos
leímos, aprendimos,
reflexionamos,
¡nos arrepentimos!
pedimos perdón,
al menos, desde el silencio.
Y el perdón
siempre llega,
si el pedido es verdadero,
en ocasiones,
no en forma explícita.
Nada es casual.
Con los ojos más abiertos
que nunca
tenemos que darnos cuenta
de cuán inútiles
fueron tantas cuestiones,
cuando todo se reduce,
se extiende
al cielo, al sol, a la naturaleza por entero;
cuando todo basta
si se siente lo que se siente
por quien sea, por lo que sea;
cuando alcanza
con introducirnos
en nuestro interior
hallar la luz
que nos hace ver.
¡Al fin,
la ansiada liberación!
ir, venir,
decir, hacer, ser,
sin cuestionárselo,
sin demandarse
todo el tiempo,
sin pretender
que otros, los otros
sean, piensen, actúen
de igual modo;
no es tan complicado:
existir,
cualquiera sea la dificultad,
entonces
el miedo, en carne viva,
si se hace consciente,
si se reconoce, se acepta,
inimaginable, inexplicablemente
¡desaparecerá!