¿Cómo se explica
tamaño dolor?
no es físico
o no solo,
no es espiritual
o no solo;
es un cuchillo filoso
y una cabeza que intenta evadir
su embestida;
así,
día tras día,
noche tras noche;
en tanto, pasan tantas cosas,
tantos miedos, injusticias, aberraciones;
en tanto,
hay lágrimas suficientes e insuficientes
para inundar el pasado,
el hoy
y tal vez, el mañana.
No, no es posible
traducirlo en palabras,
decires,
pensamientos, siquiera.
Es una voz
que no aturde
pero entorpece,
extingue
cualquier otro sonido
así, se trate de aquella melodía
que evoca la circunstancia, la vivencia,
el motivo;
motivo que va diluyéndose,
que persiste solo en ese fragmento,
el más frágil
del cerebro,
del corazón.
Nada, ni yo misma,
ni vos tampoco
podremos poner las sílabas precisas,
nada, ni yo misma,
ni vos tampoco
sabremos definir lo que fue,
lo que volvió a ser
o así lo pareció,
lo que pudo haber sido,
lo que no fue
y al parecer,
no lo será nunca.
Así,
corroa nuestra sangre, aniquile todo razonamiento,
impida volver a sentir
lo que fuera,
siquiera,
algo similar;
no volverá a suceder.
Aquella fue la última oportunidad.
Y no supimos,
no quisimos,
quizás, temimos,
reprimimos todo ese deseo, ¡tantas, tantas ganas!
descreímos de una nueva posibilidad,
renunciamos a asirla,
no nos arriesgamos
y la dejamos ir.
La dejamos ir.