jueves, octubre 15, 2020

Y la dejamos ir

¿Cómo se explica

tamaño dolor?


no es físico

o no solo,


no es espiritual

o no solo;


es un cuchillo filoso

y una cabeza que intenta evadir

su embestida;


así,


día tras día,

noche tras noche;


en tanto, pasan tantas cosas,

tantos miedos, injusticias, aberraciones;


en tanto,

hay lágrimas suficientes e insuficientes


para inundar el pasado,

el hoy


y tal vez, el mañana.


No, no es posible

traducirlo en palabras,

decires,


pensamientos, siquiera.


Es una voz

que no aturde

pero entorpece,


extingue

cualquier otro sonido


así, se trate de aquella melodía 

que evoca la circunstancia, la vivencia,

el motivo;


motivo que va diluyéndose,

que persiste solo en ese fragmento,

el más frágil


del cerebro,

del corazón.


Nada, ni yo misma,

ni vos tampoco


podremos poner las sílabas precisas,


nada, ni yo misma,

ni vos tampoco


sabremos definir lo que fue, 

lo que volvió a ser

o así lo pareció,


lo que pudo haber sido,

lo que no fue


y al parecer,

no lo será nunca.


Así,

corroa nuestra sangre, aniquile todo razonamiento,

impida volver a sentir

lo que fuera,


siquiera,

algo similar;


no volverá a suceder.


Aquella fue la última oportunidad.


Y no supimos,

no quisimos,


quizás, temimos,

reprimimos todo ese deseo, ¡tantas, tantas ganas!


descreímos de una nueva posibilidad,


renunciamos a asirla, 

no nos arriesgamos


y la dejamos ir.


La dejamos ir.

Cristina Del Gaudio

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