Si es domingo
y llueve
puede que los pensamientos
se trastoquen;
puede que vuelva
al imaginario
aquel amor,
antiguas promesas incumplidas,
el terrible dolor
que tal vez, significó
una obstinación inútil;
cuando es domingo
y, además, llueve
es probable el regreso a la mente
de las personas que perdimos
para siempre,
invariablemente,
en forma de auto-culpa:
esos pude haber dicho o hecho
tal cosa, tal otra,
o todo lo contrario;
¡tortura vana, dañina,
solo produce un estallido
de desazón, de disconformidad
con nosotros mismos,
replanteos y replanteos
de acciones, dichos,
inacciones, mutismos
que de todos modos,
no pueden, no podrán modificarse!
lo que se supone,
"debió" hacerse o decirse
en el pasado
justamente, ya pasó;
no hay posibilidad
de remediarlo,
de intentar rehacerlo;
no sirve de nada, solo lastima
ese auto-castigo impuesto
el de imaginar que algo ya vivido
quizás, hubiera sido diferente
si no hubiéramos actuado de cierta manera,
si lo hubiéramos hecho;
¡no, definitivamente!
ese acoso psicológico,
en ocasiones, también físico
no suma, no sirve,
no alimenta, no alienta la creación;
mucho menos, si nos lo provocamos miles de domingos,
todos los domingos
sobre todo,
con especial empeño
si llueve.