¿Por qué
todo lo que deseo
se esfuma,
me es vedado?
¿por qué
no me sucede
eso mágico
que encandilaría
mis sueños,
mi "realidad"?
¿por qué
todo me cuesta tanto,
si me aproximo a alguien
algo más de lo mínimo "exigido"
ya le significa una invasión,
huye en mil modos
como si yo fuera un contrincante,
una terrible amenaza?
¿será que hoy
los afectos aterrorizan?
¿el temor a exponerse
se originará en alguno o varios episodios traumáticos?
quizás, el haber padecido maltratos, manipulación,
abandono?
también pasé por algunas
o todas esas instancias
pero mi corazón quedó intacto;
de todos modos, no vacilo en exponerme, demostrar interés,
si así lo experimento;
¡no le tengo miedo al amor!
en todo caso, al desdén, a la mentira,
al desamor;
mas pese a ello, a todo, a todos,
insisto,
intento acercarme;
claro, podría ser mas explícita
pero esa actitud los ahuyentaría todavía más;
¡son solo palabras,
algún comentario algo más extenso
de lo "requerido"
y ya basta para que se oculten
dentro de su maldita armadura!
¿Será que el enamoramiento,
la conquista, el llamado "romanticismo"
se acabó para siempre?
¿se lo considerará, tal vez, cursi, pasado de moda?
¿seré yo el problema?
¿debería volverme reticente
a toda frase, a toda intención,
al mas mínimo interés,
para que el otro ni siquiera "sospechara",
para evitar su desaparición?
Me niego
a esa abstinencia de decires, de sentires,
a ese simple intento de iniciar, -si el otro baja su arma-,
un posible diálogo.
No importa cómo siga luego,
¡es el instante!
¡cuando más que nunca deberían valorarse
esos atisbos de consideración,
de intento de empatía,
de ternura,
en medio de tantos espíritus quebrantados
por los tantísimos riesgos
concretos, tangibles!
Por mi parte,
no adheriré jamás
a esa irracionalidad,
a ese específico estado de pánico.
¡no, por favor!
ese apartarse ¡cada vez más!
de los otros,
de probables sentimientos,
¡de lo que sea que fuera probable!
esa renuncia a la propia esencia:
lo más bello,
lo genuino,
lo que nos distingue de los demás
y, al mismo tiempo,
nos asemeja.