¡Tanto, tanto pero tanto
te amé!
mas lograste
con tus mentiras,
a la par
de tu "sinceridad" ultrajante,
apartarme;
días,
meses,
¡años!
pasaron
y yo
esperando
esperando un cambio,
una palabra,
unas líneas;
algo que aclarara en mi tortuosa cabeza
lo que en realidad ya sabía,
lo que no quería saber
pero sabía;
¡pensar que no había en mi razón
ni un solo pensamiento,
ni un solo sentimiento
que no te fuera destinado,
que no tuviera resabios
de aquello que creí que sucedió
así, no haya sucedido nada!
-no en vos, al menos-.
En las calles,
en todas las calles, donde fuera,
allí
estabas;
en cualquier parte
se reflejaba tu figura alta,
inigualable,
la sonrisa de esa boca perfecta,
su recuerdo,
enmarcado en un cristal
que creí incorruptible
me había impulsado a seguir creyendo
en tantas cuestiones,
¡en la vida!
¡en el amor, en aquel tipo de amor,
el único que mi espíritu, mi cuerpo,
mi cabeza
concebían!
te adoré hasta desangrarme,
así, no derramara ni una sola gota,
todo se diluyó,
se tornó vacío, estéril
cuando te fuiste
aunque, en verdad, no habías estado;
no esta vez,
sí en aquellos años
que me obstiné en recuperar
inútilmente.
Lastima, claro que lastima,
eriza la piel,
irrita,
entristece,
lacera
toda posibilidad de volver a intentar
algo parecido
el haber tomado conciencia
de esa inesperada, ¿ansiada?
extinción en mí
de tan avasallador sentir;
cuando durante tan largo tiempo
¡te amé tanto, tanto,
pero tanto!