¿Aferrarnos?
ni al pino,
ni al sol,
ni al cielo perfecto, azul,
negro, estrellado;
ni a la lluvia,
ni al viento,
ni al lugar
al que llamamos "hogar";
ni a las personas,
ni a las que se fueron,
ni a las que están
del modo en que sea
o no están
o quisiéramos que estén
pero no hubo ni hay caso;
ni al dinero, a los objetos,
-mucho menos-;
ni a la tierra
a la que pertenecemos,
donde nacimos,
crecimos, aprendimos,
trabajamos, amamos.
¡Ni a las ideas,
mucho menos
a las que adoptamos de quien sea
o no!
ni a estas letras,
ni a otras letras
de otros,
ni a las que les precedieron;
ni a las que probablemente
vendrán
o no;
¡a nada!
salvo a nosotros.
Pues, sin nosotros
¿qué importa el clima,
el pino, las letras,
las pérdidas, los amores,
la gente, lo que fuera?
sin nosotros
no queda nada
de todo lo que nos pareció
tan importante,
por lo que peleamos,
por lo que competimos,
lloramos.
Por lo que perdimos y perdemos,
quizás, demasiado
de lo que en verdad somos,
de lo que en verdad, deseamos ser.
¡Nuestra verdad!
¡aquí está, aquí,
sin disimulos, ni escondites!
guste o no guste,
se apruebe o se rechace.
Ellos, nadie
sabe ni sabrá
lo que anida
en nuestro interior;
los dolores
que aprisionan
todavía;
así, lo disimulemos
y nuestra sonrisa se vea perfecta;
¡qué fotogénicos
cuando fingimos esa felicidad acrílica!
nada
nadie
ninguno
sin nosotros.
Cuidemos lo que somos,
abracémonos,
no renunciemos a nuestros valores,
no desistamos,
¡no olvidemos nuestros sueños!
por nada, por ninguno,
¡jamás!
somos únicos,
irrepetibles;
¡no nos perdamos!