miércoles, diciembre 16, 2020

Con el viento en la cara

 Salir.


Sentir el aire fresco,


el viento en la cara,

agitándonos el pelo,

aliviándonos las cargas,


despeinando deseos

postergados;


percibir ese despertar

en la piel,


en la cabeza,

las ideas,


la mirada;


imposible no captar

ese renacimiento del espíritu,


esa convocatoria

a retomar, siempre retomar


el camino

al que creímos no poder volver;


no el pasado,

no el que huele a humedad;


el camino hacia lo puro,

lo bello, lo que sacude

las pelusas de la desidia;


el camino

hacia lo que deseamos ser,


en concordancia

con lo que ya somos


pero mejorados,


más fuertes,

más flexibles,


con la mente abierta

a lo nuevo,

sin olvidar lo que dejamos


pero nunca, ¡nunca!

la vuelta hacia atrás;


un nuevo mundo

-que tiene una parte o gran parte del anterior-


pero nosotros

lo haremos, lo hacemos

lo reconvertimos;


le imprimimos sueños novísimos,

lo teñimos con el tono que más nos plazca,

lo soltamos a su libre albedrío;


jugamos

a ser lo que somos


y el juego se ve, se vuelve

real;


así,

aun transitando entre zombies,

consumidores de cuanto les dicen,

les "informan",


regurgitadores

de mandatos, imposiciones;


¡carentes de un libre pensar,

de un libre escuchar, entender,


percibir,

vibrar,


existir!


nos permitimos, nos prometemos

no sucumbir


o nos surge naturalmente


el seguir con lo nuestro,

mejorar, crecer, 


sin perder el horizonte,


sin perdernos,


por el contrario,


reencontrándonos


como nunca, nunca

antes.


Cristina Del Gaudio

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