Si hay alguien
allá, donde le dicen cielo
aunque el cielo
esté en todas partes;
si hay alguien,
incorpóreo, volátil,
una esencia,
una micropartícula
un conjunto de partículas;
algunos
lo llaman universo;
otros, Dios, Alá, Jehová,
¿importa el nombre?
si hay alguien, algo,
intangible,
inasible,
que pone a prueba
nuestra fe,
nuestras ansias de empezar el día,
nuestra fortaleza anímica, espiritual
para recomenzar, si es necesario,
una, otra vez y otra y muchas más
sin dejar de insistir,
sin renunciar;
aun, si se ha llegado a lo más oscuro
impenetrable, sórdido;
si existe, en verdad
un eco de quien o de lo que fuera
para todos estos pensamientos tortuosos,
para que no crea,
no de por sentado
que no hay nada
más que los hombres
inmersos en sus egoístas urgencias
arrastrándose como bestias
en el estiércol del "sálvese quien pueda";
si existís,
si podés escuchar
estos latidos presurosos,
si entendés
este miedo, ¡este persistente, inmanejable miedo!
por no tener idea de cómo seguir,
a dónde ir,
esta convicción fatídica
de haber perdido, irremediablemente,
mi pequeño rincón
aquel increíble refugio:
el de las palabras;
si esto es así
si ahora mismo estás ahí,
viéndome, escuchándome,
si tenés un rato
para mis cuestiones
no olvides
lo en tantas ocasiones
pedí.
Si no lo merezco,
hacémelo saber;
si no soy digna
de tal bendición,
enviame
una señal;
Si resulta todo lo contrario,
revelame ángel, luz, esencia,
demonio,
si volverá
de uno u otro modo,
si llegará el día,
el instante
en que lograré, al fin,
curar, cerrar
esta úlcera del alma.