De lo lindo
que tuve,
deseé tener,
quizás,
fuiste, seas parte importante;
muchas veces lo creo,
en especial, cuando me siento
algo desvalida,
desorientada,
sin personas
con quienes compartir esto
ni otro tipo de sentimiento
o palabra;
hubo en eso lindo,
vivido hace tiempo,
mucho de algo que se dio entre nosotros,
un estallido que tildamos como único, exclusivo.
En fin,
si consideramos estas instancias aciagas,
de desapego, falta de incentivos,
sueños destrozados
a golpes,
en verdad
fue maravilloso.
No importa si vos lo ves de ese modo,
lo veías o lo viste,
si lo valoraste,
si aún lo guardás en tu cabeza,
en tu alma
como a un bien preciado,
como a un cierto privilegio;
¿debería estar agradecida?
no acuden más que pensamientos negros
todos los días,
-también en las noches-,
a esta, mi pobre mente,
siempre atiborrada de palabras
que pugnan por abrirse paso
y no, no quiero,
no añoro,
ya no es divertido
plegarme a su juego;
pero volviendo a los tiempos
en que sí pasaban cosas
que justificaron y justifican este
y tantos escritos,
podés estar seguro
de haberme acompañado.
Yo lo estoy,
sobre todo
en determinadas situaciones.
Ahora,
por ejemplo.
Es entonces
que ahí se te vislumbra:
tu imagen, tu impronta, tu voz
desdibujadas,
retratos desencajados
de una época caduca;
sustitutos vanos
de esta,
la peor
de todas las soledades.