No surgen
sentimientos;
ya no llora
el corazón adormecido;
solo el árbol, las flores,
la hierba
y uno;
ellos saben detener
el pensar oscuro,
¡este vivir
sobreviviendo!
no hay recuerdos
que devuelvan más nada;
no hay amor,
¡no hay amor
que pueda con tanto padecimiento!
lo lograste.
Ni en los sueños,
ni en los rostros parecidos,
ni en los rincones
que devolvían besos, encuentros,
secretos,
lágrimas;
en ninguna parte.
¡en ninguna parte
quedan, siquiera, los restos
de aquello que parecía eterno!
por eso,
si no fuera
por esos retazos de verde,
¿el resto?
miseria,
miseria
de afectos,
miseria
de abrazos, de pasión,
de esperas ávidas;
miseria
de momentos únicos,
¡miseria
de magia!
aquel amor,
una mentira más,
la peor de todas,
inútil,
devastadora;
solo nos agregó años,
decepción, negación,
rechazo a todo contacto
y miedo,
un siniesto, aniquilador
miedo.