martes, abril 19, 2022

Aquel mundo

Un día más.


Da gusto

ver ese tremendo sol


abrazado al techo de tejas

que puedo divisar desde aquí:


algunas,

desgastadas por el paso del tiempo,

los vientos, las fuertes tormentas;


casas

que invitan o recuerdan

reuniones amigables,


¡esas risas

que parecen una sola!


ese compartir

lo que fuera, sin reproches,

sin peleas,


¡con alegría!


imagino esa vida,

tal vez la idealizo,


puedo ver

las acogedoras habitaciones;


oír, también,

los murmullos de las tantas historias que allí se contaron,

se cuentan todavía;


puedo captar

la atención, el silencio

al escucharlas,


sin juicios, sin cuestionamientos;


es un placer,

¡un inmenso placer!


abrir la inmensa puerta-ventana

y ver, a lo lejos, ese hogar


y soñar del modo en que lo hago,

en que me encanta hacerlo;


imaginar muchísimas escenas

de aquel mundo,


de ese otro mundo,


en que eran importantes

las cosas que hoy no parecen serlo


tanto;


y relativas,

las que en estos tiempos

se volvieron relevantes.


Siempre deseé vivir

en una de esas viviendas

con techos de tejas


nuevas, desgastadas;


en las que se fuera como y quien se es;


sólidas ante los miedos,

ante todo lo negativo;


pletóricas

de afecto, 

de empatía,


¡de amor!


sin requisitos,

sin imposiciones.


Casas


en las que reinara


la paz.

Cristina Del Gaudio

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