Perdón
por mi intromisión,
¡siempre inoportuna!
¡atreverme a "invadir"
tu casa ordenada,
impecable!
gracias por tu sintético resumen:
alcanza para...digamos...
¿un año?
bah, ¿qué importa ya?
no te preocupes,
no voy a perturbar,
menos, robar
tus últimos años,
prolijamente organizados, planeados;
solo buscaba...
no sé qué es lo que buscaba
cuando sé bien
que no puedo encontrar nada;
te escondiste
una vez más,
en tu cubículo hermético,
donde ni la lluvia, ni el sol,
¡ni la vida!
osarían
penetrar.
Es que en ocasiones,
me siento algo sola
o triste;
entonces
me tienta esta estupidez
de revolver
en el reservorio de los recuerdos
¡y así me va!
y me digo: no, no lo hagas
pero no puedo detenerme.
A diferencia tuya,
me guío por impulsos,
si lo pensara,
jamás invadiría
esa perfecta sincronización
de existencia (¿o inexistencia?).
Probablemente
o seguramente,
insisto igual
(es simple: se acaban los temas
y me urge escribir),
vomitar en este, en otro espacio,
todo lo que no entiendo
acerca de las personas como vos,
las más comunes hoy en día;
y quiero transmitirles
que vivir, no digo "sobrevivir",
se trata de otra cosa,
que sin sueños, sin ilusiones,
sin delirios,
sin pasiones
solo somos un pedazo de carne y huesos,
una mente infectada de insignificancias
junto a cuestiones "muy intelectuales".
Ja.
¡Nada como verlos!
corriendo tras la nada,
tras lo que menos importa,
dejando de lado, pisoteando
lo que pudo hacerlos felices
¡siquiera por un rato!
pero felices de verdad,
no me refiero a placeres a corto plazo;
y me repregunto:
¿por qué sigo intentándolo?
se ve que en algún párrafo
del libro de mi vida
hubo un parate, un olvido
de todo lo que me hacía, me hace humana.
-Por eso,
sé de lo que estoy hablando-,
o bueno,
escribiendo.