sábado, septiembre 17, 2022

¿Cómo regresar?

 Querría

 reinventarte,


lograr

que fueras

como antes,


como ya no sos;


me encantaría

escuchar, una, otra y otra vez

esas palabras inocentes,


esas expresiones, esos gestos

plenos de ternura, 

plenos de pasión;


siempre espontáneos,

-los que escribía el corazón-,


¡el amor

con toda su fuerza,

su plenitud,


capaz

de poseernos,


de transportarnos 

a sitios inimaginables, encantados!


querría, realmente,

que volviéramos


ambos


a ser aquellos;


no haberme infectado

con frases, pensamientos,

prejuicios, falacias,

contactos nefastos,


¡decepciones!


querría

recuperar algo, un atisbo


de aquel ensueño,


de aquellos días 

llenos de sol, de verde, 

¡de vida!


de momentos ínfimos


que hoy me resultan

invaluables;


que hoy integran

el mejor racimo de recuerdos:


el más colorido,

el más perfumado;


pero, en fin,


estoy,

estamos acá,


se descorrió el telón:


quedó al descubierto

toda la mugre

del mundo;


las divisiones entre hermanos,

las ambiciones desenfrenadas,


la aversión por los sentimientos,

lo genuino, lo mágico.


Las perversiones,

las injusticias,


ese impulso constante

de bajar los brazos


así, insistan

en que hay que seguir,

en que todo va a cambiar.


¿Todo va a cambiar?


La magia

abandonó sus misteriosos recodos;


o tal vez, quienes deseábamos hallarla,

quienes la hallábamos,


renunciamos a su búsqueda,


dejamos de interesarnos en ella;


¿cómo regresar?


no hay retorno

para los instantes,

las vivencias,


las personas

que fueron parte 

de nuestra vida


y por uno u otro motivo,

ya no lo son;


pero nos tenemos,

los que todavía


estamos acá,


los que estuvieron acá

y hoy, en otros lugares;


todos respirando como podemos,

sobreviviendo al advenimiento,

como dicen,


de un "nuevo orden mundial";


vislumbrando

el acabóse de tantas risas, 

libertades, emociones,

entusiasmo,


juegos,

complicidades;


esa fiesta

en que lográbamos convertir


un día cualquiera,

en un lugar cualquiera,

solos, acompañados;


todo se presenta

desabrido, 

opacado,


sin sustancia,

sin sentido;


no nos abrazamos,

apenas, nos acercamos:


-el otro

puede portar esa temible enfermedad-;


el otro

ya no es un posible amigo,


puede engañarnos,

puede utilizar nuestra identidad,


puede mentirnos, atacarnos,

¡matarnos!


así estamos.


Algunos, con barbijo,

otros, sin;


haciendo, diciendo,

casi siempre o siempre

a solas


consumiendo

lo que podemos;


ansiando,

sufriendo


por lo que no podemos obtener.


En aquel antes

tampoco podíamos obtener

muchas cosas;


sin embargo,

había reemplazo para ellas:


el afecto, las expectativas,

¡los sueños!


los cafés

en medio de los apuntes,


de las servilletas con palabras,

corazones,


transformadas

en un pájaro, un clavel;


sin apuro,

¡sin miedo!


no había tiempo

para cuestionárnoslo todo,


aunque el tiempo sobraba


¡para estar en donde estábamos,

haciendo lo que teníamos, queríamos hacer,


nunca con la cabeza en otra parte!


para conversar 

de lo que sea, con quien sea,


¡para escucharlo!


para leer,


para mirar, atentos, el cielo,

pletórico de estrellas


y de pronto, una noche:

¡una estrella fugaz!


entonces, pasara lo que pasara

nunca olvidábamos


pedir, en silencio,

tres deseos.


Pregunto:


¿cuáles serían hoy

esos deseos?

Cristina Del Gaudio

Seguidores