lunes, octubre 10, 2022

El espíritu no festeja tiempos

 Uno

 se vuelve grande.


Digo grande

refiriéndome a los años,


con sus achaques,

sus temores, sus tocs.


Sus limitaciones.


Se puede ser grande

de edad


y pequeño, muy pequeño

de espíritu.


El espíritu

no festeja tiempos,


(podría ser infinito);


no tortas con velas,

nada de tres deseos,


una vez al año.


El espíritu crece,

jamás envejece

si no lo permitimos;


si lo dejamos libre,

trepando por esas nubes blancas

con distintas formas,


oliendo el perfume 

de todas esas flores,


trepando a los árboles,

-no importa la estación-;


caminando por las mismas calles

pero siempre, siempre

hallándolas distintas;


el espíritu crecerá

y no tendrá achaques, ni temores,

ni tocs.


Ni limitaciones.


Desoirá

el palabrerío vano

de nuestra mente,


inmersa en tantas influencias nefastas,

preconceptos, tabúes, falacias;


el espíritu

-depende de nosotros-,

no caerá en lo bajo


de la mugre cotidiana;


se sobrepondrá a todo,

su poder será insuperable,


jamás sucumbirá,

ni por un momento.


Si no lo detenemos,

nos invitará a caminar de su mano

por esas mismas calles


pero siempre ¡siempre!

hallándolas distintas;


el espíritu sí recibirá obsequios:

nuestro empeño en no rendirnos,

en seguir luchando


asidos, firmemente,

a nuestros sueños.


El espíritu, entonces,

vencerá al deterioro,


extenderá su manto luminoso

sobre la misma muerte,


¡eternizándonos!





Cristina Del Gaudio

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