Habitás en mí,
dueño de mis recuerdos,
de mis pensamientos más fantasiosos
osados,
secretos;
despierto
viéndote a mi lado
así
no estés;
me acuesto
pensándote, añorando
tu olor, tu sabor, tus frases,
tus caricias expertas.
Así sea inútil,
elijo
este sueño incumplido,
antes
que aceptarte
lejos;
lamento esto y aquello.
No sucedió como lo planeamos;
no sucede
como lo sigo planeando;
tal vez,
estas sean las últimas palabras
que se refieran a vos,
a nosotros,
-también lo creí
con las anteriores-,
¡tantas!
de todos modos, no existe un solo vocablo
que pueda contener
esta sensación,
que involucra ansias
desmesuradas,
cansadas
pero negadas a la renuncia.
Pasó otro día,
nuevas palabras te fueron destinadas;
nuevas canciones
que son las mismas,
es muy probable que nada, ¡nada!
te haya llegado;
Porque nada sucedió.
No hubo retorno.
En cambio, a mí,
desde hace tiempo,
mucho tiempo,
aun, tu silencio,
tu inquebrantable ausencia,
-a pesar del vacío,
de la aceptación inexorable-,
susurran en mis oídos,
me acarician, me abrazan
me sangran.