La enfermedad del cuerpo
esta ligada, inexorablemente,
a la del alma.
Mi alma se afiebró
desde ese día, ¿lo recordás, verdad?
la fiebre me consumía
ante la impotencia
de un helado, heladísimo
desdén
¿merecido?
tal vez, sí.
De todos modos,
la fiebre fue devorando
todos aquellos sueños
que fuí entretejiendo,
-o mi imaginación lo hizo-,
durante años, muchísimos años;
¡había perdido la fe,
nada me conmovía, ni el árbol
que me pudo siempre,
ni esa casa de tejas, ni la enredadera violeta!
todo oscuro,
impenetrable
dentro mío,
prisionera
del miedo, de la angustia.
¡Pero aquí estoy,
de nuevo!
curada, según dicen,
falta todavía,
siempre falta;
tengo esta débil sonrisa
un poco cansada,
pero mi corazón
lleno de empuje, de emociones antiguas
y renovadas.
Perdí algo que muchos
jamás logran en la vida,
lo sé.
Todo por no escucharte,
no leerte entrelíneas,
no esperarte
en aquella oportunidad, ni luego...
solo me escuché y comprendí
a mí misma.
¡Y ni siquiera!
doy el alta
a mi disimulada indiferencia,
mi falsa creencia
de no temblar, no latir,
ante nada;
te digo, sin pensarlo más,
sin tantas cuestiones ni termómetros:
¡te quierooooooo!
no tengo mucho para ofrecerte,
¡hay tantas imposibilidades!
pero entendí
que lo importante es lo que está acá,
dentro nuestro,
¡es insalubre negarlo,
intentar detenerlo!
¡tengo tantas palabrabesos!
y muchas más que vendrán hoy, en un rato,
mañana y después también;
¡todas para vos, todas para nuestro amor,
el de antes, el de hace poco, el de nunca más!
para que vuelvas, también,
a sonreír tu risa cansada, quizás,
para que vuelvas a enamorarte.
No te conformes.
La vida es muyyyy corta,
más de lo que todos pueden decirte.
¿Sabés algo?
siempre estuviste en mí,
en cada letra, en cada palabra,
en cada línea
de mis tantos escritos;
mis letras me cuidan
y fortalecen también;
tengo aquí mi alma entera
a tu disposición:
¡esta vez
nada, absolutamente, puede ni podrá
salir mal!