Revivir
una ilusión
no es tan difícil;
cada uno
desde su lugar,
su ocupación, sus perspectivas,
sus sueños;
en unos minutos...
¡la vida, otra vez
en las manos!
lloraba mi alma
descreída, cansada,
lloraba mi mente
obstinada en la imposibilidad de todo;
como si poseyeran
los boletos de ida
del no regreso,
de la renuncia;
mas, de pronto,
alma, mente, sentimientos,
pensar
se convierten en gracias,
en risas, en apoyo,
en reconocimiento
y de nuevo
el reinicio;
un libro,
este libro que no es como cualquier otro,
ni como cualquier objeto;
es mi carta, mi tarjeta de presentación,
mi enlace,
mi caricia en la espalda,
¡mi beso en la mejilla!
es el afecto,
es mi corazón expuesto
a riesgo
de todo,
a riesgo
de nada;
este lazo de tinta y papel
unirá al lector con el autor
para siempre
de un modo u otro,
cada uno desde sus ideas,
sus principios,
en las distintas etapas
de su existencia;
es el abrazo en la espalda
que le sigue a tantas cavilaciones,
temores, dudas, trabajo,
sudor, prejuicios, des-prejuicios,
inseguridades, satisfacciones,
insatisfacción;
insomnios
plenos de intensas y agobiantes
cavilaciones;
despertares
abruptos, confusos, temerosos;
¡tanto de uno
que da algo de vergüenza
compartirlo -o mucho más que algo-!
¿qué pensarán luego
sobre mí?
¿se desilusionarán?
¿cumpliré con sus expectativas?
conocerán muchos de mis secretos,
claro,
¿esto los llevará a cambiar de opinión,
a reírse, a llorar, a sentir algo especial?
en fin, volviendo al punto:
si de ilusiones se trata,
estas son las que elijo;
aunque no pueda evitar
cuestionarme:
¿cuándo publicaré el próximo?
admito que las versiones electrónicas
son muy habituales, prácticas y respetables, desde ya,
pero...
¡ese olor tan especial!
¡ese sabor, esa voz autoral
que parecería escucharse
en cada página!
¡nada como el libro impreso en papel!