De esperarte
¡cansada!
de soñarte,
despierta, dormida,
¡cansada!
de buscar tus palabras,
algún indicio, una fotografía,
una mención, un saludo de cumpleaños,
¡algo!
cansadísima;
de seguir pensando
en que sos vos, siempre fuiste vos
y no saber cómo hacerte llegar
este pensamiento concreto:
¡no es una fantasía!
no es una locura,
no es una idealización
basada en los años jóvenes.
¡Es la verdad!
¡éramos, somos
nosotros!
¡era, es
juntos!
¡y no insistimos,
no volvimos a intentarlo!
¡yo creía en ello,
yo lo sabía!
cansada, terriblemente,
de decírtelo
en mil modos,
a través de palabras, canciones, versos,
¡historias, recuerdos!
y nada.
La vida
se nos está yendo,
a cada minuto,
-como a todos-;
¿por qué algunos
lo lograron?
tal vez,
dejaron atrás los miedos,
los prejuicios,
las supuestas obligaciones,
lealtades,
¡las cadenas!
nosotros,
vos
elegiste
seguir con lo mismo,
aun sabiendo
que podía haber algo más,
aun rememorando y rememorando
todo aquello,
desde lejos y tan cerca;
estoy cansada
de gritar, de gritártelo
y que nadie, menos vos
escuche
este lamento;
estoy cansada
de guardarlo como a un secreto,
no es oscuro,
no es un delito,
¡está bien
amar y estar con quien se ama!
sé que en este caso
era, es complicado;
estoy cansada
de convencerme, en vano,
de que tal vez no lo era,
no lo es tanto;
de que tal vez,
se pudo
a partir de aquella ocasión
en que estuviste tan cerca
y sin embargo...
Dicen que si uno desea algo
fervientemente,
el Universo
se lo concede.
No es cierto.
¡no es cierto!
nada he deseado más
que volver a intentarlo
y no te atreviste,
no quisiste,
¡no!
me adjudicaste la idea,
el supuesto delirio;
incluso,
cuando te fuiste de estos lados,
así no nos hayamos encontrado
¡ni por unos minutos!
decidiste
cambiarlo todo;
una vez allá,
en lo que considerás tu tierra,
tu destino, tu gente
todo cambió
y fue peor.
¡Sí, estoy cansada!
de llorar tantas lágrimas
por dentro
y muy pocas,
pocas y a escondidas,
por fuera.