No salimos de ese sitio juntos,
no te pedí que me tomaras de la mano,
no temblabas
mientras me aferrabas con fuerza;
no caminamos
toooodas esas cuadras;
no tiritaba
mi cuerpo, mi alma
solo por estar a tu lado;
vamos a creer
también
que no fuimos,
no, no fuimos
a ese café que hoy no existe;
ni que me diste ese clavel,
ni que te dije lo que te dije
¡todavía no puedo creerlo!:
te propuse ser más que amigos;
supongamos que tu aspecto
no cambió,
que no comenzaste
a sudar,
que no me respondiste;
pongámosle que entendiste todo
con tranquilidad
o que nunca pasó;
tampoco, aquel primer beso
en la esquina donde aún está la casa
repleta de árboles y enredaderas
iluminados por la luna;
no, eso, podríamos decir
que es una invención poética;
sabés de mi cabeza loca
de escritora,
capaz
de crear, de recrear,
de expresar lo que fuera
-pero nunca de olvidar-;
sí olvidemos ¿te parece?
ese lapso en que estuvimos juntos,
¡todas esas risas, esos besos, esas caricias,
esas miradas, ese deseo!
es preferible
taparlo o negarlo,
quitarlo, cuanto sea posible,
de la mente;
tacharlo,
definitivamente (?)
de nuestra historia
para poder seguir.
Si querés
hacemos lo mismo
con lo que aconteció años después,
en ese departamento horrendo
que vos considerabas un paraíso
(me lo dijiste no hace tanto);
podríamos borrar también
ese año de pasión, algunas controversias,
ternura:
nuestra breve convivencia.
Y luego, la separación...
con todas esas lágrimas,
esa sensación de fracaso,
¡ese miedo!
no es complicado
obviarlo por completo
y ya.
Se deja de pensar,
se enjuaga con fuerza el rostro,
día tras día,
se reinician, una, otra vez,
las cotideaneidades;
se acepta lo que se tiene hoy
y luego y luego también
¿lo que se quiso? ¿lo que se pudo?
¿lo que se soñó?
cuesta.
Porque fue único.
La marca que dejaste en mí
es indeleble:
el principio,
en la otra etapa,
en nuestras "conversaciones"
muchos años después;
finalmente,
ese tanto de demasiado
fue, de algún modo o de muchos modos
disipándose.
Pasó.
Quizás, ambos
lo recordemos
siquiera, en alguna ocasión;
aunque en forma diferente.
Es probable
que aquel niño en pos de mis chiclet´s
todavía retoce dentro tuyo;
mi imagen mental del baño antiguo,
de ese piso destruido,
a lo que llamabas "paraíso"
me hizo reír,
cada tanto,
pero hoy
también lo asimilo de ese modo;
al igual que vos
tengo en mis pupilas,
en mi espíritu
un retrato muy diferente,
muy emotivo
de aquel sitio:
¡nuestro "paraíso"!