Extenuada.
De tanto imaginar,
imaginar, ¡imaginar!
que podría suceder
de nuevo.
¿por qué no?
los hay que tienen otra oportunidad,
¡los hay!
¿por qué
no en nuestro caso?
agoté. Me agoté:
Miles de palabras,
escritos, frases, canciones,
lágrimas,
recuerdos
de todo tipo:
superpuestos,
fraccionados,
¿completos? ¡imposible!
intenté acercarme,
montones de veces.
No hubo, no hay
caso.
No sos para mí
-tal vez tampoco lo fuiste antes ni antes de antes-.
Pudo haber sido
ficcionalizado,
tácitamente,
por ambos;
quiero decirte
que no pienso volver a disculparme,
¡ya no más!
vos nunca, ¡nunca!
me pediste disculpas
y no sé si me disculpaste.
Vendrán otros inviernos helados,
árboles desnudos,
primaveras floridas,
veranos agobiantes,
enlazados con ciertos momentos
de pequeñas felicidades,
efímeras,
como lo son siempre;
quizás el tiempo
sea el culpable,
al tornar inolvidables
determinadas instancias
a las que entonces
no les dimos valor;
en fin,
ya no habrá ni citas,
ni renovación de esperanzas,
ni intentos inútiles,
¡ni sueños!
todo pudo haberse tratado
de una simple ilusión.
¿Para poder continuar?
¿para poder creer que continuamos?
no lo sé.
Desaparezco.
De todo vos.
Aún de esa esquirla humillante,
ese espacio virtual
al que jamás acudís
(por si acaso...).