viernes, agosto 04, 2023

¡Aún estamos aquí!

 En ocasiones,

 uno despierta sobresaltado;


tal vez, un temor que fue antes reprimido,

un dolor escondido en el pecho


que nunca o solo a veces

uno se atreve a reconocer, a reconocerse;


luego uno ve ese sol,

esa casa junto al pino,


estallando en reflejos

de una primavera que está tan cercana;


ve un cielo azul impecable,

como recién estrenado;


ve esa bandada de pájaros,

escucha sus silbidos, su trinar


y todo parece equilibrarse;


no hay padecimiento

que se resista al estado de embeleso

que solo la naturaleza nos da


incondicionalmente.


Luego están las cosas que nos gustan,

luego están los amores, los de ahora, los de antes,

los de nunca;


está la música,

están las risas que se escuchan a lo lejos.


Un mundo con miles de problemas.


Pero aún estamos aquí.


Algún dios, divinidad, el universo

así lo dispuso


y le agradecemos,

¡cuanto más deberíamos agradecer!


es cierto.


Tenemos problemas, preocupaciones,

cuestiones que parecen insalvables.


Pero nuestros labios

aún pueden sonreír,


nuestras manos, acariciar,

nuestro paladar, saborear el humeante café


que nosotros mismos

nos preparamos.


¿Un día como todos?


es lo que parece.


Nunca se sabe qué puede acontecer,


a quién podríamos conocer,

con quién podríamos encontrarnos


de nuevo.


También,

a quién podríamos dejar ir


y relajarnos

ante el alivio de la pesada carga.


Tomar agua, respirar,

sentirnos revivir,


leer ese libro,

ocuparnos en nuestras labores,


escribir, los que lo hacemos,


compartirlo,

alegrarse por haberlo hecho,


por quienes

han reparado en nuestro trabajo,

el que sea.


Pero fundamentalmente,

gozar por el hacer, el ser,

el soñar, el planear,


¡insistir en sostener la ilusión,

el impulso vital, el objetivo!


este día soleado y fresco

nunca regresará.


Cada día, sea cual sea el clima,

tampoco lo hará.


Tomar conciencia de ello, supongo,

sería más que positivo.


¡Sería el incentivo!


acabaría con la ansiedad,

la angustia, los miedos,


los pensamientos negros.


los ruidos molestos

solo serían sonidos lejanos,


ya no perturbarían.


Nuestra  melodía interior

lo abarcaría todo,


al colmarnos de paz,


de amor.





Cristina Del Gaudio

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