El dinero
y la fama
tristemente,
parecería
que todo lo pueden.
No importa
delinquir, cometer actos de corrupción,
venderse a uno u otro partido,
-según convenga-;
no existen códigos,
ni dignidad ni moral;
ni autoestima,
en el caso de los y las
que se someten a operaciones riesgosas,
sin padecer
dolencia alguna;
en ocasiones,
más de una, dos, tres veces,
las que sea,
si eso asegura
fama y por consiguiente, dinero,
así la persona pueda enfermarse,
incluso, morirse.
Y luego
quejarse, -quienes sobrevivieron-
del maltrato
de las prácticas
del médico o no médico en cuestión;
esgrimir la ilegalidad de la profesión
de aquel a quien ellos, ellas mismos/as
acudieron
sabiendo, incluso,
conociendo, incluso,
en muchos casos,
las consecuencias
que tiempo atrás o no tan atrás
padecieron quienes adoptaron
¡el mismo pseudo-profesional!
está mal, desde ya,
realizar un procedimiento, el que fuera,
sin conocimientos, sin titularidad,
sin precauciones,
sin capacidad, tal vez;
está mal
y a ese "profesional" le correspondería
probablemente, ser juzgado por mala praxis;
pero no existirían
estos criminales
si no hubiera gente que se expone,
insisto, aun sabiendo de qué se trata,
a tremendo riesgo.
¿En pos de qué?
Hay quienes no tienen un cuerpo perfecto
ni mucho menos,
y han obtenido logros, títulos,
de todo tipo, en todos los rubros y ámbitos;
pues la belleza
no se limita a lo que se ve,
a lo exterior;
cierta belleza
es invisible para algunos
y muy visible
para otros;
existe algo que le dicen "química"
y no tiene que ver con músculos,
con ojos celestes, no, nada de eso,
ni con pechos, cola,
exuberantes, llamativos.
La belleza está
en las personas de verdad,
las que son como son
y tienen parejas, amigos,
trabajo,
posibilidades.
La autenticidad,
la simpleza, la inteligencia,
el don de gente,
la amabilidad,
la empatía,
la sonrisa sincera,
la honestidad,
la dignidad,
la capacidad de estudio,
de trabajo
son cualidades
que no requieren
la asistencia de ningún cirujano
"plástico".
Un abrazo, una palabra,
una compañía en un momento difícil,
un gesto,
una demostración de afecto, de ternura,
de comprensión
suman mucho más
que una aparición en TV,
que un sobre abultado.