Cuando todo parece
desmoronarse;
cuando ni un cielo-bandera
nos mueve un solo pelo;
cuando nada
salió como esperábamos,
-o casi nada-
siempre
el universo
presta un color o varios
de su amplia paleta:
un saludo,
una broma,
un beso
a la distancia,
una caricia
al alma
y entonces
a seguir.
¡Todo
puede suceder!
aquí, ahora,
en un rato, mañana;
si vivimos esperándolo,
quizás, no se concrete,
no de inmediato;
inmersos en lo nuestro,
dando más de lo que se pueda,
jugando a lo que somos,
sin fingimientos, sin temores,
sin apuros,
tal vez, las cosas vayan mejorando,
-quizás no
pero las enfoquemos
desde otro u otros puntos de vista-;
y el cielo
volverá a apasionarnos,
rodeándolo todo,
recordándonos que hay mucho más
de lo tangible,
de nuestras en ocasiones, ínfimas,
preocupaciones;
hay verde, manchones floridos,
¡hay amor en el aire!
perfumes, ¡alergias!
(primavera).
¡A soñar!
(despiertos)