martes, octubre 03, 2023

La historia de L

 Una palabra

 que la aleje del mundo


 al que probablemente,

 por temor al cambio,


 por falta de decisión,


quedó aferrada


como la enredadera violácea

al poste de luz;


pero la enredadera

no vivenció antes

ni lo hace ahora,

ni lo hará,


ni siquiera similar sensación de vacío, de soledad

a la que L experimenta,


aun sabiendo que debería hallar la salida

no sabe cómo o no se atreve;


ella


que fue libre

alguna vez

o por mucho tiempo,


hoy


atrapada

en medio de negros pensamientos;


odiando su vida,

odiándose por no hallar el escape.


Y nadie lo sabe

o a nadie le importa.


L sonríe

y no lo explica,


¿para qué?


jamás la entendieron,


no pensó, no piensa, no sintió, no siente

como el común de las personas


y eso nadie se lo perdonó

o si lo hizo fue por un tiempo


(o lo fingieron).


Lo cierto es que L deambula

por su pequeña casa,


dejó de probar alternativas,

dejó de imaginarse en otra parte,


¡dejó de soñar!


el tiempo transcurre

y no da tregua.


L se da cuenta;


a veces, se preocupa,

otras, finge para sí misma

que todo está bien,


que es lo que tiene que ser,

¿lo que merece?


se juró en una ocasión

que nadie decidiría por ella.


Y así se dio

durante largos años.


Hoy es la sombra

de quien fue,


no decide, no actúa,

se atemoriza ante cualquier posibilidad

de cambio,


se detuvo

en un pasado que hace rato


expiró


y allí quedó,

sentada


esperando un tren

que una parte de ella

cree que llegará.


Pero en el fondo

o a sabiendas


es consciente

de que eso no sucederá.


Aun así,


sigue aguardando

lo absolutamente imposible,


advirtiendo, cuando lo hace,

su urgente necesidad de un propósito,


mas pone muy poco esfuerzo

-¿desidia? ¿resignación?-


en seguir, seguir y seguir


enfocada.





Cristina Del Gaudio

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