Hoy no me vienen
a la mente, ni al corazón
esas canciones
que vos y yo sabemos,
que compartimos;
las que quizás, olvidaste
pero yo no.
Hoy no lucho,
no tengo fuerzas para luchar
por un amor
que es y tal vez fue
solo mío;
claro, me desgastó
en un tiempo y luego,
cuando retomamos,
siguió haciéndolo;
así también
ese no sé cómo llamarlo:
"touch"
a través de las redes.
Todo terminó,
como era de esperarse
de la peor manera:
insalubre, pegajosa,
no recuerdo cómo empezó,
sí cómo se esfumaron
esas al principio, risas,
códigos que seguíamos, al parecer,
compartiendo,
(llamas
según parecía o me pareció,
aún encendidas);
anécdotas,
ganas de esto, de aquello
renovadas
o eso imaginé,
fabulé,
si así lo preferís.
Hoy
no estoy para atajar
al mundo
que se me vino encima
cuando después de aquello
dijiste que desaparecerías;
-a pesar de que
ya lo venías haciendo
desde hacía un tiempo-.
Hoy
las ansias,
las ilusiones
que nos involucraban
ya no me acompañan.
Sí las palabras,
sí las frases, sí este lugar
en que delineo
mis sueños,
-también,
mis pesadillas-
y los convierto
en algo para contar,
por si le sirve a alguno,
por si me sirve
¡claro que me sirve!
lejos estoy
de reclamarte algo.
Cuando lo hice fue peor,
todo fue peor
a partir
de la confesión nada fácil
de mis sentimientos;
los que hoy
no sé si sobreviven.
Probablemente
en ciertas ocasiones,
cuando me siento sola
o algo me lleva a recordarte,
añoro los instantes felices
-que los hubo-.
Pero tranquilo,
no te alarmes.
No soy "yo de nuevo apareciendo",
invadiéndote.
Soy yo, claro.
Desapareciendo.