¿De qué sirve?
no hallo la respuesta.
Es que mirar, una, otra vez
tus fotos,
buscarte aquí y allá,
todo sirve
todo me sirve
siquiera
para evocarte:
tenías ese rostro
cuando me hablabas de esas cuestiones;
esa misma mirada
aún me impacta
así
se esboce en una imagen;
esa boca
que hace tiempo no es mía
mas puedo, todavía,
recordar su sabor:
¡mi corazón tiene memorias
increíbles!
también mi cuerpo:
reconoce todavía,
en esas manos
caricias que hace tanto
no le llegan,
caricias en el pelo,
caricias
en tus palabras,
en tus dulces palabras
de entonces
caricias
en el alma;
en fin,
claro que es inútil
buscarte en esas fotografías
destinadas a otros,
a otra,
¡es lo único
que me queda!
de algo que quisiste que sucediera,
de algo que también deseé
¡pero no me atreví!
por esas cuestiones que ni hoy ni antes ni mucho antes
son, fueron trascendentes,
-mucho menos si existen, existieron sentimientos-
prejuicios que me impidieron arrojarme a lo que fuera,
durara lo que durara.
En fin,
no fuiste culpable
de ser parte de una nube de sueños,
una nube virtual
a la que acudo
cuando me angustio,
cuando me enojo tanto
por haber sucumbido
a tan estúpidos temores
que en verdad,
ocasionaron un tremendo PERjuicio
quizás,
para los dos.
Quizás,
para siempre.