¡Insisto
en tus ojos!,
aún
no me convenzo
de que no sos para mí,
de que no soy para vos;
insisto
aparece tu número:
da pena borrarlo
pero más pena
da penar y penar
por los rincones
de la casa, del alma;
no hagas, destino,
que aparezca en todas partes,
que todo me lo recuerde;
intentaba olvidarlo,
intentaba...
el cielo azul,
estrepitosamente azul,
los árboles
estallando en brillos inusitados
y yo
¡todavía
pendiente de los "¿y si...?"
"¿y si no...?"!
no, no habrá nada
que me derrumbe
esta vez;
me abrazo,
me contengo,
me preparo
el siempre oportuno e incentivador
café
y mis letras siguen mi camino,
habitan en él.
Un día prometieron
no abandonarme;
pasaron años, muchos,
nunca lo hicieron;
ellas marcarán
el rumbo.
En este arduo, maravilloso
existir
serán parte esencial
de mi huella.