Hay personas
que cambian, siquiera por un momento,
nuestro mundo;
caminan
como si tuvieran alas,
nos transportan, suavemente,
a su universo encantado;
basta verlas
para abandonar ese rictus amargo
y reírnos, mucho,
hasta que nos duela la panza;
hay personas, ¡en verdad las hay!
que nos devuelven a lo genuino,
a lo que no tiene valor material,
que nos reconcilian
con nuestro espíritu;
con o sin expresarlo,
con o sin demostrarlo,
incluso, apenas,
telefoneando,
mensajeando;
¡nos reintegran
a la vida!
nos alivian
hasta en lo peor
o lo que consideramos lo peor
que estemos intentando
sobrellevar.
Hay personas
que no deberían
faltarnos jamás,
ni a nadie.