Me equivoqué.
Siempre fuiste el mejor.
Me equivoqué.
(la ansiedad me ganó);
perdí
lo más valioso
que tuve,
perdí
tu amor
por no saber esperarte.
Lo triste
es que me acabo de dar cuenta,
quizás ayer
o tal vez, hoy.
Lo triste
es saber que estuve allí
y más de una vez
y no supe, no pude,
no sé qué me pasó;
no tenía muy en claro la razón,
te dejaba, te buscaba, volvía a dejarte.
Te cansaste
y lo que tanto temí
sucedió.
¡Y ni hablar
de los últimos años!,
mejor ni hablar,
no cabe en mí tremendo arrepentimiento.
Pero bueno,
elijo pensar, -aunque no tan convencida-,
de que no éramos el uno para el otro,
así lo nuestro haya sido único,
incomparable...
¡aun así no funcionó!
Hoy los años
me castigan con tantas dudas,
con terribles certezas:
El tiempo
no perdona.
Hay equivocaciones
catastróficas
que no pueden borrarse como si tal cosa,
que lastimaron a muchos,
-también a mí-.
Pese a todo sé que nunca voy a olvidarte.
Pero...¿y vos?