Sirven como excusas:
planear actividades,
obligaciones,
¡preocupaciones!
todo por no pensar
en lo que ya dejé de pensar
-o me lo propongo-,
pues, no le encuentro sentido;
me sostuve en el vacío
de tu nada
durante meses, años,
mas no sirvió.
Tu nada, mi todo
no volvieron a coincidir:
es obvio
que aquella historia,
¡aquella inusitada, mágica,
irrepetible historia!
acabó.
Por eso,
todos esos datos memorizados:
precios, fechas de pago,
nombres, lo que fuera;
¡en mi memoria
tanto de lo que no me interesa
en absoluto!
por suerte,
en medio de mi mente, de mi espíritu
entorpecidos, negados,
¡decepcionados!
se cuelan
cada tanto,
un rastro, un recuerdo,
las sílabas, la melodía, de alguna de esas canciones,
las que devolvían y quizás, devuelven
las ganas de lo que sea,
aun
de lo imposible,
de lo absolutamente
imposible;
una frase, el retorno súbito
a un momento preciso,
nuestro tema musical
¿te acordás?
que ya pertenecerá a otros
o a nadie;
el libro
que tenía esas citas
que siempre citábamos
-redundancia mediante-;
seguramente,
habrá quien lo leyó también,
deteniéndose o no
en esos pasajes;
de todos modos,
no me importa demasiado
o sí me importa,
(aunque, disculpen,
justo en este preciso momento
me urge calcular
cuánto dinero me queda
para pagar las cuentas).