Te había instalado
en el sitial del "para siempre";
no sé por qué creí
que dependía solo de mi elección
o de mi selección.
Claro...
pasó el tiempo,
-no demasiado-
y resultó
que vos no me habías instalado
en el mismo sitial;
¿por qué obstinarse
en que otros elijan
lo que uno elige,
decidan
sobre las elecciones,
en fin, la vida que deseamos
-o así creemos-
a la que incluso, consideramos "correcta"?
lo entiendo ahora,
no sé si del todo
pero bastante más
pues
¿hasta qué punto
uno elige?
no solo me refiero
a una pareja,
también
a un amigo,
incluso,
a un hábitat,
un empleo,
una vocación,
una casa,
una mascota,
lo que fuera.
¿Qué nos está o estaría,
posiblemente,
destinado, digamos,
y en qué incide nuestra decisión,
nuestro dedo señalándolo,
-de algún modo,
poseyéndolo de antemano-,
sin saber, sobre todo en el caso de las personas,
si nos están asignadas quién sabe por quién o qué,
y hasta qué punto
ellos, a su vez, pudieron, pueden
optar por uno o por alguien más?
¡ todo es tan relativo!
y tanto de lo que nos desvela
podría desvanecerse
simplemente comprendiendo, aceptando
que será para nosotros
lo que tenga que ser
y todo lo contrario.
Así, una bruja, un pariente, una vecina, un amigo
nos aseguren que nuestro amor imposible
dejará de ser imposible...
no les crean.
Se aliviana tanto
la espalda, la existencia
cuando dejamos de obsesionarnos
en obtener lo que en tantas ocasiones,
sabemos que costará mucho
-y que probablemente no sea lo que esperamos-.
Entonces, el esfuerzo, la ansiedad,
mucho de lo que hagamos o todo
serán en verdad,
absolutamente vanos.