Pensar
que en tantas ocasiones,
-a veces,
por un lapso prolongado-,
guiada por una supuesta
falta de ideas,
por una real
falta de ideas,
imaginé, sentí,
creí
que debía dejar esto;
que no era, no es lo mío,
que debí continuar con mis clases de teatro,
que debí ser actriz,
para transformarme en un otro
y no asumir
mi propia confusión,
mis propias controversias,
mis propios demonios.
Confieso
que este blanco
aún me asusta,
que nada me da más miedo
que no volver a escribir
-y nada me da más miedo
que seguir haciéndolo-.
Quizás,
para algunos o muchos de ustedes,
sería una suerte, jaaaaaaa.
¿Pero quién sería yo, entonces?
en fin,
al parecer, siguen acudiendo las palabras,
las frases...
Además, no falta alguien que me dice
que siempre tendré motivos
para continuar,
-diría, recomenzar-.
Eso me estimula,
en verdad, agradezco a quien me incentivó
ayer mismo.
Y hoy volví a confiar,
volví a ilusionarme,
volví a enhebrar
este enredo de cuestiones
-o a desenhebrarlo,
según-.
(Gracias, Lu, por creer en mí. ¡Te quiero!).