Por acá,
es el calor;
por tu lugar,
el frío;
sea cual fuera la geografía,
sea cual fuera la temperatura,
nuestros cuestionamientos,
nuestros temores,
nuestras pérdidas,
¡nuestros amores!
los de antes,
el o los de ahora,
nuestros hábitos,
nuestras más o menos ganas de...
¡nuestros juegos!
¡el juego de escribir
en mi caso!
resultan, siempre,
los mejores compañeros;
el modo lúdico de verlo todo,
¡hallar la risa!
buscarla y buscarla,
hurgar en los rincones del alma,
¡hasta revivirla!
devuelven el motivo,
retorna, segundo tras segundo
el interés,
solo así es posible
sobrellevar cualquier dificultad
-o casi cualquiera-;
en definitiva,
sea cual sea la sensación térmica,
el infierno está dentro nuestro,
convive
con nuestro propio cielo,
colmado de estrellas brillantes,
maravilloso, en esas noches cálidas,
-quizás, conmuevan hasta al más apático-;
¡ni hablar de la exquisita fragancia
que desprenden los jacarandás
por estos lados!
¡tan especial!
¡tan verano!,
habrá otras especies
por allá, a tantos kilómetros
que les signifiquen,
te signifiquen
verano, primavera, invierno...
No sé si recordarás
los aromas, los dichos,
el sentir, el reírse hasta de lo peor
las costumbres, las particularidades
de la gente
de nuestra ciudad.
El río marrón
rodeándola,
a modo de agasajo;
los lagos de Palermo,
los patos, el verde,
un lujo para la vista, para todos los sentidos,
para el espíritu;
no hay nada, no hay sitio
que supere a mi queridísima CABA.
Y pese a todo,
y aunque te extrañe...mucho
supongo que no te seguiría, nunca,
a tus tan fotográficos, emblemáticos,
"perfectos",
-en verdad, sobreevaluados-
parajes.