Basta
con despertar,
agradecer
por estar en casa,
por el café o los cafés
-acompañados con algún chocolate, ¡mucho mejor!-
por mirar por la ventana,
¡por poder ver!
¡un cielo azul que lastima la mirada
de tan bello!
los árboles
cercanos o lejanos,
los pájaros
sobrevolando, trinando,
posándose o no
en el balcón, en el jardín,
donde sea;
¡donde sea que estés
agradecer la existencia!
saber, ser conscientes,
de lo que tenemos, lo que somos,
lo que podemos hacer.
Hay quienes no tienen nada o casi nada,
ni siquiera lo básico,
no tienen casa,
¡no tienen lo necesario para subsistir!
tampoco alguien con quien compartir,
a quien contarle lo que fuera;
algunos, muchos
no gozan de buena salud,
los hay
que están tan tristes
que olvidaron sus sueños,
sus ilusiones,
¡los que sí tenían meses o años atrás!
los hay que soportan todo,
que soportan lo indecible
por apenas, sobrevivir;
agradezco este sol,
-aunque me queje del calor-,
agradezco a quienes me quieren,
me estiman, me valoran
así sea a la distancia;
agradezco ser quien soy,
poder confiarles estos pensamientos,
poder llegar a personas
que jamás veré
pero tal vez, al leerme,
hallan o o hallarán algo que les sirva,
que los estimule;
agradezco mis ganas
de poder llegarles
al menos, de esta manera.
Que todos puedan ser felices,
siquiera por un momento,
o tengan la posibilidad de hallar
ese pequeño rincón, dentro suyo
que les recuerde, siempre
que aún y pese a lo que sea
¡la vida sigue!
¡y algo -o mucho-
puede cambiar!