Las miradas encendidas,
las palabras más dulces,
las más sensuales;
el caminar de la mano,
tu brazo en mi hombro,
el valor hiperbólico
de cada uno de esos detalles;
la flor cortada de algún jardín
de paso,
los planes que nunca se cumplirían
pero entonces no lo sabíamos,
¡ni importaba!
el programa de cine
que guardaba,
junto a otros,
siempre con tu "te amo"
agregado,
-como mínimo-;
el café que podía saber
a quemado, a lo que fuera
pero siempre era especial,
las manos entrelazadas
sobre la mesa del bar;
los sobrecitos de azúcar,
también atesorados luego
como souvenirs
de los buenos tiempos,
los tiempos del enamoramiento
que se cree jamás va a extinguirse,
los tiempos
de la eternización de los instantes;
luego, a algún lugar,
el que fuera
que nos cobijara;
testigo ocasional de esa pasión
que seguía quemándonos
aun en el regreso;
todo, lo que fuera,
motivo de risas, de anécdotas,
solo alegría, solo emoción,
solo sentimientos,
¡y nada menos!
costaba volver
cuando no vivíamos juntos.
La despedida...interminable
tanto que me parece
que continuara;
supongo
que nunca nos despedimos del todo;
aunque cada vez importe menos,
-o así nos convenzamos-;
tu diario trajín
allá....¡tan lejos!
nada o casi nada
te recordará algo de aquello;
confieso que muchas veces
me pasa igual
pero hoy está tan gris,
tan frío,
¡ahora llueve!
sin dudas, se vuelve absolutamente necesario,
casi obligatorio,
este recorte:
apenas, un esbozo
de lo muchísimo
que tuvimos la suerte,
hace tiempo y no tanto,
de compartir.