Con todo
y a pesar de todo
aún creo
en el milagro del día a día,
en las esperas
que en un lapso de tiempo, corto, más largo,
se transforman en logros,
en alcances,
en amores posibles;
creer en el amor de verdad,
¿el de antes?
no sé si estoy convencida
de que hubo un tiempo
en que el amor tenía certezas
o quizás, todavía las tenga,
tal vez, en menor escala,
tal vez,
bajo formas distintas;
¡levantarse
y sentir esas ganas!,
así sean inmotivadas,
así luego se busque y se halle el motivo:
la fuerza de ese amor por lo que uno es,
por lo que uno hizo, hace,
por lo que puede sumar
a un mundo
que en verdad es hostil,
despiadado en muchos sentidos,
no sé si decir "inhumano";
ser entonces uno
quien introduzca ¡y sostenga!
la diferencia;
ser uno
esa flor en el pantano
de mediocridades, mentiras,
manipulaciones, injusticias;
ser uno
quien sin que nadie le pida,
nadie le diga nada,
- y si le dicen,
no importarle-
se empeñe y se empeñe
en servir
desde lo que su naturaleza
lo impulsa,
desde su esencia,
desde el sentido
que él mismo
halla en su interior,
empujándolo hacia la expansión
de lo mejor de su ser,
con el fin
de lograr que el mundo
no digo que cambie,
digo que sea,
que se lo convierta
en un nuevo mundo,
menos, mucho menos
carente de magia.