¿Cuestiones de domingo?
por ejemplo,
el silencio:
se acallan, de pronto,
todos esos pensamientos preocupantes
y "ocupantes".
No importa lo que se haga,
ni a qué hora,
no importa más
que disfrutar
¡de verdad!
de la propia compañía,
la más importante,
la que suma,
la que convoca
a pensar en todo o en nada,
¡la que nos recuerda
que somos libres!
que nadie puede detener
nuestros propios impedimentos,
del tipo que sean,
más que nosotros mismos;
por mi parte y por ahora,
elijo la mente en blanco,
aunque algunos garabatos
siempre surjan
sin propósito,
sin presiones,
sin voces, gritos,
palabreríos vanos
a mi alrededor;
solo así
puedo escucharme
y contarles
que alguna vez
escribía y escribía
sin importarme
más que eso;
que era muy chica
y mi abuela aparecía,
cada tanto,
en ese enorme patio,
que era mi escenario de creación,
solo por comprobar
si estaba bien, si aún seguía por ahí...
no importaba analizar
si lo que escribía era bueno, malo,
tonto, inútil, útil...
si alguien lo leería
o no;
mis dedos, como ahora,
saltaban de tecla en tecla
como si se tratara
de una partida de ajedrez,
aunque inconsciente;
mi mente
sin que me diera cuenta de ello,
¡mi imaginación!
sin que me diera cuenta
de su existencia,
movían las piezas, las letras,
las palabras
y mágicamente,
-así, yo no me diera cuenta tampoco de ello-,
alternaban, organizaban, ¿planeaban?
algo que podía ser un poema,
un relato, un cuento...lo que fuera.
En ese tiempo, con tan corta edad,
apenas recuerdo cuál sería mi propósito,
¡en realidad, estoy segura de que ninguno!
no buscaba a un público,
no buscaba la aprobación de nadie,
no buscaba más
que participar de ese juego apasionante
como ningún otro
que años después,
por suerte,
siguió y sigue siéndolo,
dando sentido
o quitando sentido
a las banalidades
de aquel mundo,
bastante "inocente";
más tarde,
de este insípido,
¡desapasionado! mundo,
en que la magia parece haberse ocultado
detrás de una muralla impenetrable,
para dar lugar
a tantos subterfugios,
a la insatisfacción permanente,
aliviada o no aliviada
con "necesidades" superfluas,
vicios, adicciones,
cotideaneidad tóxica,
asfixiante;
¡desamor!
todo vale con tal de no insistir,
de no esforzarse en insistir
en la búsqueda de lo que se es,
¡de lo que se desea ser o seguir siendo!
¡cuando no hay que buscar nada!,
quizás, bastaría con recordarse
en otras circunstancias,
devolviéndose esas postales de la infancia,
guardadas, archivadas,
¿olvidadas?
¡urge recobrarlas!
es todo.
En ellas
reside el secreto.