No pienses
día tras día,
al despertar,
por las tardes,
por las noches
que el mundo
perdió la magia,
que no vale la pena
expresarse, ser empático,
afectuoso,
alegre,
esparcir buena energía
por todas partes...
¡eso es muy valioso!
al salir de tu casa
-y también al entrar-
desplegá tu mejor sonrisa,
retorná a esas canciones
que siempre te estimularon,
¡te hicieron cantar
a viva voz!
cuando quieras,
donde sea;
sonreile
a cualquiera,
al que encuentres por ahí,
así no sepas
de quien se trata;
su corazón
se abrirá
y su día
cambiará,
¡claro que cambiará!
nadie merece
ser ignorado,
todos merecemos amor,
comprensión, oídos atentos,
apoyo
en momentos complicados;
¡todos!
es muy importante
el lenguaje, lo que se dice,
también la expresión corporal,
la actitud, la predisposición;
agradecer, pedir por favor,
expresar tus mejores deseos a todos, a cualquiera;
¡abrazar!
¡no imaginan
la fuerza, la energía
que otorga un abrazo!
no basta con rezar,
con esperar milagros
y repetir
"así sea",
o lo que fuera.
¡Se trata de ponernos a trabajar
en nosotros!
¿por qué me cuesta
ser amable? por ejemplo,
¿Por qué vivo enojado,
resentido, molesto?
todo, absolutamente,
se aloja en nuestra mente,
en nuestra imaginación,
en nuestra alma;
no hay nada
que no podamos lograr
si cambiamos ciertas actitudes,
comportamientos,
si nos alejamos
de lo que nos daña;
les aseguro que no hay nadie
que se resista
a una sincera, encantadora risa
espontánea, verdadera;
a unas palabras, una frase,
un gesto
que incentive,
que dé fuerzas, ánimo,
aliento.
El cambio que producimos en los demás
depende de nuestro propio cambio.
Y no importa
si a nuestro alrededor hay personas malas,
envidiosas, oscuras:
importa encender todas las luces
de nuestro ser interno,
para que el miedo, los malos pensamientos,
la negatividad, la insensibilidad
¡huyan
despavoridos!
si así fuera, nosotros mismos podríamos convertirnos
en los portadores de esa magia
que tanto añoramos.